La maestra de Jecumbuy está insertada en un espectro globalizador, que integra las vivencias contradictorias que se manifestaron en los tiempos de la violencia política o lucha armada.
El autor impone un criterio personal muy diferente a sus obras anteriores. Superando su visión de las negritudes, afronta sin ambages, pero con solvencia, su propuesta de las tigritudes sustentada por el premio Nobel Wole Soyinka. Escudriñar la violencia que vivió el país, desde el sentir y pensar de los propios actores de los hechos, nos demuestra que por encima de los ideales políticos, las expectativas sociales y los prejuicios de los distintos sectores, están los sentimientos y las esperanzas de un mundo mejor.